martes, 20 de octubre de 2009

El galardón honorífico “El Guachupé de Oro”

Con este premio la Fundación Cultural Colombia Negra, pretenden hacer honor a todas aquellas personas e instituciones de diversas procedencias y distintas aproximaciones cuyas obras, acciones y esfuerzo contribuyan al desarrollo, enaltecimiento, conocimiento y divulgación de la sociedad y la cultura afrocolombiana, afroamericana y africana en el pasado y en el presente. El Guachupé de Oro fue diseñado por el artista colombiano Juan Manuel Lugo.

Significado de Guachupé, una leyenda cultural

Es costumbre de los habitantes de la región del Pacífico llamar tío o tía a todo hombre o mujer altos y sobrina a toda persona bajita. El Tío Guachupecito representa al Griot (persona sabia) de la Oralidad afrocolombiana.

Cuenta la historia que un día el tío Guachupecito, que era mitad hombre y mitad pez, se sentó frente a muchos niños y mujeres. Ante la insistencia de su auditorio, el tío hizo esta narración:

“Hace miles de años -dijo- en el África Occidental, en la región de Calabar, a la margen izquierda del río Usagare, habitaban los pueblos Efor. Entre ellos había un viejo, muy pero muy viejo, llamado Tanzen Obon, Rey de los Ekoy; Al morir este buen rey, su espíritu encarnó en un pez, el cual con el tiempo encontró a una mujer llamada Sika Koy, de la etnia de los hombres. En cuanto pudieron, éstos le quitaron el pez a la mujer y lo encerraron, por lo que murió de hambre, de sed y de tristeza por haber perdido su libertad.

Con la piel del pez, los mayores venerables hicieron tres tambores. Fue así como la voz del antiguo rey Tanzen Obon se encarnó en estos instrumentos musicales.

Guiados por su ritmo, los hombres y las mujeres fundaron la primera hermandad de la tierra para la protección mutua. Con el tiempo, esta fraternidad creció de tal modo que llegó a convertirse en una religión muy fuerte, tanto que aún es practicada en el África Subsahariana, en el Pacífico, en el Caribe, en las Antillas y en muchas partes del Continente Americano.

Gracias a la enorme fuerza de esa antigua religión, todos los descendientes de los pueblos que la generaron se vieron dotados desde tiempos inmemoriales de una gran fortaleza y de una admirable resistencia rítmica. Es por eso que aún hoy día se sigue escuchando la voz de ese viejo y venerable antepasado, que habla cada vez que se toca un tambor.”

Al terminar el relato, el tío Guachupecito aborda su canoa, se para en ella empuñando su palanca y su recatón y finaliza diciendo: “Ese antiguo pez era mi abuelo”.

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